hombre solo


Un hombre solo, se dirá. Un hombre solo escribiendo la piedra. La púa lenta entre los dedos, horadando, desgastando... Un hombre solo, erosionando una larga pared de piedra.
Milena, el Mono Corazzi, Itaca – tierra anhelada-, dirán que dice, el hombre solo. Lo ven trabajar, bajo un cielo plomizo, cuando cae la lluvia, cuando nieva. Siempre. Se acercan, lo llaman, lo toman del hombro, pero se sacude el hombre y continúa, solo, escribiendo la piedra.
Años. Se van éstos, y lo ven otros, y ya no lo llaman, no lo tocan. Está solo, dicen, siempre estuvo.
Y así sigue el hombre, hasta el final, cuando ya no hay más nada y queda, ahora sí, solo, sin piedra y sin historia.

Ferdinando Nannetti nació en 1927, en Roma. Abandonado, vivió toda su vida internado en instituciones hospitalarias. En la sección civil del hospital psiquiátrico de Volterra, durante once años (1961-1972), se dedicó a grabar con las hebillas de sus cinturones, sobre los ciento ochenta metros de pared del manicomio, una enigmática historia.
En esos once años, jamás recibió una visita.

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