el miedo

La abeja había sobrevolado nuestras cabezas durante un rato. Todos estábamos atentos a su vuelo, y Araceli, la maestra, había tenido que interrumpir la clase.
Hoy la recuerdo de proporciones enormes, aunque a lo mejor era sólo una abeja, sobredimensionada por mi percepción infantil.
Había pasado dos o tres veces cerca de la mesa que compartía con tres compañeros; la más próxima a la ventana por la que había entrado al aula. La vi acercarse. Comenzó a revolotear alrededor de mi cara. Cerré los ojos. Se hizo un silencio - de esos que hacen los chicos frente a las cosas importantes-, y durante unos segundos sólo hubo el calor del sol sobre la piel, y las patitas recorriendo la frente, la nariz.
"Si no hago nada no me va a picar". Me lo había explicado mi viejo alguna vez. Y no hice nada.
Un momento después la abeja volvió a zumbar las alas, y salió directamente hacia la ventana abierta. Mis compañeros y compañeras volvieron a alborotarse, y lanzaban exclamaciones de admiración. Araceli me dijo que era el niño más valiente que conocía. Yo estaba perdidamente enamorado de Araceli.
Ahora entiendo que muchas de las cosas que hice en mi vida tuvieron el secreto fin de invocar aquellas palabras; de volver a tener esa extraña y dulce sensación.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Gostei muito do teu Blog pois o estilo me encanta e assim também eu consigo caminhar como tu no meu Blog www.limiano41.blogspot.com
O segredo de que te leiam é precisamente coisas muito grandes em pequenos parágrafos...
Saludos
Manoel Carlos

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