y un bar
La mujer escupe sobre el piso del bar. Se inclina un poco sobre un costado y deja caer un escupitajo espumoso, sordo.
El hombre sentado a la misma mesa mira de lado. Tiene ojos lacrimosos, enrojecidos. Los párpados pesados. Varios envases de cerveza se amontonan entre los dos.
Ella llama al mesero, que se acerca con una sonrisa estúpida y pega la pelvis a su hombro; la observa con los ojos entrecerrados. Ella juega con las llaves que cuelgan del cuello del mesero. El sólo sonríe y se hincha, como si los gordos dedos estuviesen acariciando sus genitales.
Luego se agachará, le dirá cosas al oído, tratará de besarla. Le llevará más cervezas de las que va a marcar junto al nombre de la mujer – Sabrina- en un pizarrón blanco.
El otro los mira. Durante un momento me parece que tiene algo que decir, pero enseguida se lleva una botella a los labios y bebe. Sólo eso.
El hombre sentado a la misma mesa mira de lado. Tiene ojos lacrimosos, enrojecidos. Los párpados pesados. Varios envases de cerveza se amontonan entre los dos.
Ella llama al mesero, que se acerca con una sonrisa estúpida y pega la pelvis a su hombro; la observa con los ojos entrecerrados. Ella juega con las llaves que cuelgan del cuello del mesero. El sólo sonríe y se hincha, como si los gordos dedos estuviesen acariciando sus genitales.
Luego se agachará, le dirá cosas al oído, tratará de besarla. Le llevará más cervezas de las que va a marcar junto al nombre de la mujer – Sabrina- en un pizarrón blanco.
El otro los mira. Durante un momento me parece que tiene algo que decir, pero enseguida se lleva una botella a los labios y bebe. Sólo eso.
Comentarios
Sé de su pronta vuelta.
Sepa contar con mi hogar y mis fideos con bolognesa para reacomodarse en Ciudad Gótica.
Un abrazo grande.
Abrazou.