las vidas de los otros


La mujer relata al hombre de traje el problema con su marido. Estuvo en un psiquiátrico y se escapó. No quisieron aceptarlo de vuelta, y desde entonces no sabe qué hacer con él.
El hombre de traje asiente. Sostiene una carpeta por la que asoman algunos papeles. Al principio pienso que es un abogado, a quien la mujer consulta para presentar alguna demanda. Pero al poco tiempo una chica sale del ascensor y se acerca a donde la mujer y el hombre hablan.
- Ella es la hija- dice la mujer-. El es el doctor, el psiquiatra.
Se dan la mano. La chica se queda parada un momento, mirando el piso. Titubea y después desaparece por el pasillo.
- Bueno, ahora ya tengo la orden judicial, pero igual tengo miedo de que, cuando él esté mejor físicamente, no lo quieran aceptar en el hospital.
El hombre asiente, y dice algo que no llego a oir. Parece tranquilizar a la mujer.
Una enfermera me hace señas desde lejos. El piso ya está seco. Vuelvo a la habitación. En la camilla, la respiración continúa, profunda.
En la calle, cuatro pisos abajo, se amontonan los autos en doble fila, suenan bocinas, los conductores frenan y luego vuelven a avanzar. Peatones cruzan en mitad de la cuadra, caminan por la calzada, entran y salen del edificio. Nadie levanta la cabeza. Nadie mira hacia la habitación contigua desde la que, estoy seguro, la chica observa las vidas de los otros.

Comentarios

Consol ha dicho que…
Esa ventana de la fotografía parece adelantar la tristeza y la desesperanza. Pero su relato sí lo ilustra con una belleza notable a pesar de la triste soledad, el desamparo, frío distante que trasmite. Magnífico relato.

Un abrazo
Carmen-Mª López ha dicho que…
Me gusta tu blog! Destila sentimiento y emociones.
Te agrego a mis links, un saludo.

Ciao
Santiago Maisonnave ha dicho que…
Bueno, Carmen, me alegra que te guste.
Estoy pensando en poner una destilería, pero si no es clandestina no tiene gracia...
Saludos.

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