catarsis I: la no apología.

La furia es un animal caliente. Es la sangre caliente de un animal agazapado.
Furia agazapada, hambrienta de destrucción. Una destrucción purificadora: un arranque de violencia que atraviese los músculos, los huesos, las arterias, y deje tras de sí un cuerpo nuevo, un hombre nuevo, tiritando, lleno, entonces, de paz.
Violencia que, atravesando un cuerpo, construya un nuevo hombre y un mundo nuevo.

Pertinente aclaración: el texto que precede estas líneas no fue escrito con ninguna intención propositiva ni glorificadora... Es, en todo caso, la expresión -más o menos afortunada- de un impulso (o insomnio) que su autor puede reconocer y lo inquieta. Ninguna idea de Hombre Nuevo, hecho de violenta masilla, seduce al escritor de aquellas palabras, a quien sí le gusta, en cambio, hablar de sí mismo en tercera persona, como los grandes futbolistas.

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