ruido de animales salvajes
Rugen las bestias. Se contornean, misteriosamente, caricaturas de sí. La hembra se acerca oscilante, ritual. Dibuja eses y con golpes secos pega sus glúteos a mi pierna. Un orangután se abre paso en la maleza y un grupo de lemures ríe una risa macabra, una y otra vez. Una marmota duerme su sueño eterno abrazada a un daikiri, mientras aquel chimpancé le roba besos a los hipopótamos. La hembra se empeña en deletrear el abecedario: dame una y griega, te doy una y griega, dame una eme, te doy una eme, dame. Ella pide, la manada le da y, mientras, dale que te pego al meneíto zumbón. Aullidos, graznidos, balidos, siseos...
Bajo mi sombrero blanco, pequeño e indefenso, constato sin sorpresa que he perdido los instintos: la selva me doblega.
Comentarios
Todavía después de regresar, ya en su casa y en su cama sentía que había algo que no se cortaba, la música se prolongaba y le latían los ojos. demasiada gente, como para querer dar una bocanada de aire, como querer salir a la superficie.