trece horas: siete y veinte (VIII, final)
Viene de acá.
La noche oscura. El lamento de la radio. Las góndolas frías. Los pies húmedos y trece horas. Fuego, él es un núcleo de fuego. Los arqueados costados de la balsa.
La mueca triste de las agujas del reloj da las siete y veinte. Falta poco.
Siete y veinte. El arma quema, y los tres chicos entran al local.
La noche oscura. El lamento de la radio. Las góndolas frías. Los pies húmedos y trece horas. Fuego, él es un núcleo de fuego. Los arqueados costados de la balsa.
La mueca triste de las agujas del reloj da las siete y veinte. Falta poco.
Siete y veinte. El arma quema, y los tres chicos entran al local.
Comentarios
pero hoy estuve de este lado, dos niños pequeños se me acercaron,(y es horrible pensar en lados), impotencia y miedo. y pensar que es casi azaroso, perversamente azaroso el nacimiento, aunque después todo devenga bastante determinista. sociedad donde los niños se acercan como si hubieran dejado de serlo hace mucho tiempo, y bronca e impotencia. "ningún pibe nace chorro", consigna que se repite por estos días.
saludos.
También coincido en el comienzo: "La monstruosa radio" es un relato maravilloso; y agrego: Cheever es en general maravilloso, y fue un increíble evocador de ciertos lados (aunque nada tengan que ver con estos).
Un beso.
un abrazo.
Qué bueno trescaídas que subiste este texto que tenías desde hace tiempo, saludos!
Forma y contenido se dan la mano pegajosa.
Abrazo
Muy interesante 13 horas, algunos capítulos, sobre todo el de la gota, muuuy bueno!
Le mando un abrazo grande, y espero verlo pronto.